sábado, 31 de enero de 2009

Ingerencia del poder político en la Audiencia Nacional

Después de la masacre capitalizada por el estado de Israel presuntamente contra terroristas de Hamas en la guetizada franja de Gaza pero que ha supuesto casi 1500 víctimas, muchas de las cuales son civiles inocentes, hemos comprobado la inoperancia de los supragobiernos continentales pero sobre todo de la ONU, organismo que debería desaparecer por su futilidad.

Y en estas que viene el Juez Andreu de la Audicencia Nacional y reclama responsabilidades al gobierno sionista por hechos del año 2002 entre idénticos protagonistas ante la misma apatía del mundo que consiente e incluso parace compartir la impunidad con la que responde Israel a los ataques terroristas.

Quizá "in strictu sensu" no sea competencia de esta entidad juzgar estos hechos, pero al menos demuestra la valentía que no ha tenido ni este gobierno nuestro ni otros, incluido en primer lugar el de su principal aliado, EEUU.

Pero que ahora venga nuestro gobierno, vice-presidido por una jueza y decida reformar la ley a fin de evitar procesos como el abierto por la AN contra el gobierno israelí por el atentado de 2002 en el que murieron 14 civiles INOCENTES, sencillamente me parece una ingerencia del poder político sobre el judicial.

El principio de la separación de poderes por el que abogó Montesquieu queda ultrajado por la presunta conveniencia de nuestra relación con el estado de Israel. Creo que el Ministro Moratinos es un buen hombre bueno y especialista en la conflictiva región de Oriente Próximo, pero no debe meterse en piscina ajena, tampoco esa es su competencia.

Si la Unión Europea, la ONU, Unicef, etc, hicieran su trabajo y condenaran contundentemente estas respuestas desproporcionadas y crueles de Israel en la llamada guerra preventiva, el Juez Andreu no tendría que excederse en sus funciones y podría concentrarse en los asuntos propios de la AN.

Es de esperar que la actuación del nuevo comandante en jefe del Capitolio, Barack Obama, reduzca la tensión que tanto enervó su torpe predecesor en la zona árabe-israelí sin miedo al todopoderoso lobby judío. La paz debe ser el medio para la convivencia en Oriente y no un fin en sí mismo.

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