martes, 27 de enero de 2009

Tengo una respuesta para Vd

Después del éxito, para mi inesperado, del programa estrella del ente público, "Tengo una pregunta para Vd", vienen las secuelas, el descorche del champagne por las cifras y el análisis de las réplicas del Sr. Presidente a los postulantes invitados de la muestra. Pero luego, al fin de los días ¿qué queda? Sólo la anécdota, la pregunta trampa, el preguntador singular, el guiño, la promesa, la duda...como decía el poeta, "polvo, humo y nada".

No sirven para nada estos programas, sólo como autobombo, pues para que sirvieran deberían tener una cierta periodicidad, pero entonces lo confundiríamos con el papanatas venezolano y su "chou bisnis" mas propio de una clown que de un presidente de república.

El presidente del Gobierno donde debe dar explicaciones es en el Parlamento, no engordando la bolsa de la televisión pública, que compite con ventaja, pues tiene financiación pública y privada, amén de variar su parrilla a conveniencia (como todas, por otra parte) y tener como eco a la radio pública. Eso no es limpio.

Los españoles queremos saber ¿por qué no se nos avisó con antelación del fin del ciclo económico, de sus verdaderos efectos, de las secuelas?¿por qué se aminoró el discurso alarmista? ¿ser positivo aunque falaz es constructivo o destructivo? ¿genera confianza minusvalorar las consecuencias de una catástrofe? ¿por qué se confía ciegamente en que la solución tiene que venir sólo de fuera? ¿alguien cree que Obama tomará medidas específicas para favorecernos por ser españoles?

La realidad varía conforme al ojo que la mira y al entendimiento que trata de asimilarla. Si hubiera incidido en alterar la percepción desde la realidad de los hechos, otro gallo le cantaría, pero no lo hizo. Algunos indicadores señalaban retrocesos macroeconómicos, pero nadie podía prever caídas descomunales de bancos, aseguradoras, pymes, etc., nadie salvo los que rigen nuestros destinos, no por predestinación, sino por conocimiento de todas las variables.

Por acción o por omisión este gobierno es corresponsable de los efectos de la crisis y sólo la mayor o menor previsión de los afectados puede salvaguardar a éstos últimos de la quiebra, pues "papá Estado" no puede rescatar a todos.

España ya no es tierra de promisión. Debemos ajustar y mucho el cinturón, todos y cada uno pero, si en cuanto pase lo peor, volvemos a las andadas de disparar los créditos y los pisos, sólo haremos un cierre en falso de la situación. Sólo a partir del conocimiento completo de una realidad se puede dar un diagnóstico.

Si el Estado nos miente o lo que es lo mismo, no nos dice toda la verdad, a fin de no crear alarma social, es imposible que podamos aplicarnos medidas restrictivas, pues pretende dejar en nuestras manos nuestro proceso curativo, ya que no le llega para saciar al total de la población.

Optemos de una vez por todas por el "más vale una vez colarado, que ciento amarillo", dígannos la realidad de las previsiones y no se anden con tapujos. Somos un país adulto, responsable de sus actos y dispuesto a afrontar cuantos retos nos depare el futuro. Así lo hicieron nuestros predecesores y lo seguiremos haciendo nosotros.

Es el momento de la verdad, de mirar hacia delante con decisión, dejando atrás cuanto nos lastre y viajando sin ataduras, pero conociendo bien la nave que nos lleva y a su capitán. La confianza empieza por decir la verdad. ¡Ya no valen medias tintas, Sr. Presidente!

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