lunes, 29 de diciembre de 2008

La Delincuencia urbana persevera

Hoy se ha podido leer que en Madrid hay un crimen cada cinco días y que es en Madrid donde se concentran más delitos contra la mujeres. Vivimos en una sociedad donde la violencia ya forma parte de cada uno de nosotros, la hemos integrado subrepticiamente, sin darnos cuenta y es en el mundo urbano donde se manifiesta con más intensidad.

Por medio del lenguaje, de los signos, de nuestras conductas, de nuestra forma de trabajar, de participar en la vida familiar, en la calle comprando, en la carretera circulando...en todas partes puede salir ese Mr. Hyde, ese lado oscuro que todos tenemos dentro. La verdad es que lo contenemos, pero si llegara el caso de una contienda civil, veríamos qué rápido empuñaríamos las armas sin preocuparnos de quien es nuestro rival.

Pero claro, en la vida corriente no sale ese ogro, al menos para el común de los mortales. Pero ese otro porcentaje que vive rozando la legalidad o al otro lado de la misma, cruza cada día los límites del mal y persevera en su actitud delictiva, robando, matando, maltratando, etc.

¿Qué puede hacer la sociedad civil? Primero, no estar allí, por prudencia. Luego, colaborar con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Me hace gracia cuando esos vecinos asustados declaran al reportero intimidador, micro en ristre, que ya les parecía rara esa persona que acababa de matar a su pareja; o esos otros que en sentido contrario dicen que parecía una persona tan tranquila y luego ha matado a todos sus...

Luego está el papel de la policía como garante de la seguridad común. No pueden estar en todos sitios, no pueden ser adivinos, ni prever las conductas delictivas, por eso es necesaria la colaboración ciudadana. Eso no significa transformar a la ciudadanía en delatora de sus semejantes, pues nos convertiría a todos en presuntos delincuentes por mor de las insidias interesadas y dañinas de aquellos/as que nos odian.

Muchas veces se dice y es verdad que no hay medios suficientes para perseguir el crimen organizado, pero el riesgo de abrir mucho las compuertas hace que se desborden los cauces ¿me explico? Contrastando las cifras y el origen de los delincuentes, entenderán perfectamente a qué me refiero.

Cada día hay más bandas internacionales organizadas actuando impunemente en nuestro país, pues saben que el riesgo es infinitamente menor que en sus países de origen; muchos de los crímenes de género proceden de fuera de nuestras fronteras; muchos ajustes de cuentas llevan el sello de ciertos países; etc. Pero todos, al llegar el momento de hacer balance, se computan como delitos nacionales. Así damos la imagen internacional que damos, que empuja a que algunas culturas recomienden a sus compatriotas turistas que extremen la seguridad si visitan España por alto riesgo de robo.

La época de los delitos relacionados con la droga (atracos, asaltos, etc) ha pasado. Hoy son mucho más violentos y mejor organizados y casualmente cuando se ahonda un poco en su formación suele ser paramilitar e internacional. Y si no, recuerden el caso del empresario televisivo José Luis Moreno.

¡Ojo, aquí no hay hermanitas de la caridad! También hay mucho ladrón, mucho asesino, pero las fuerzas y cuerpos de seguridad españolas les tienen más controlados. El problema es cuando son de fuera, no hay registro de su entrada y tienen una preparación mejor que la de los agentes del orden...¡Se convierten en imprevisibles!

Está claro que esta información se conoce, pero no se dice públicamente, pues sería tachada de xenófoba, más viniendo de una autoridad que se identifica con la libre circulación de ciudadanos sin control alguno. Insisto: Libertad no es libertinaje y entre tanto garbanzo blanco, hay que vigilar que no se cuelen garbanzos indeseables.

Y frente al producto nacional bruto la misma mano dura, pues no son mejores por ser nuestros. Decía un famoso presidente yanquee que "Noriega era un hijo de p..., pero era nuestro hijo de p..." pues le puso allí la inteligentsia norteamericana. Pues en este caso, no. Son unos hijos de p... aquí y allí. No cabe condescendencia alguna por su origen.

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