lunes, 12 de septiembre de 2011

Frustrados y encabronados


Creo en las redes sociales como fenómeno aunador de esfuerzos, como nexo de unión, como vínculo para mantener relaciones a distancia y también como moderno medio de comunicación, capaz de propagar noticias con más rapidez si cabe que los medios al uso, dada su implantación, pero no creo en todos los movimientos sociales.

Es difícil que un sociólogo reconozca esta realidad, pero no creo en el modelo actual de partidos, clubs, asociaciones, sindicatos, etc., como movimientos válidos y útiles para la consecución real de objetivos, aunque sí para canalizar la expresión de la realidad de un colectivo que se siente identificado en su interior.

Pienso que tarde o temprano se produce la frustración individual ante la evolución que experimentan estos colectivos hasta la separación de los mismos. Unas veces la ruptura es cordial y otras brusca, pero el individuo siente que ya no se representan sus opiniones y termina por alejarse.

Con la gravísima situación económica que estamos atravesando, que resumimos en un sólo concepto englobador, “crisis”, los hay que primero son alejados del colectivo, luego marginados por no poder seguir el ritmo de sus semejantes, y finalmente despreciados por no estar a la altura.

La respuesta de muchos que siguen esa cadencia, también es gradual y pasa por la incomprensión, la preocupación, la rabia contenida, la indignación, la manifestación, el encabronamiento, la frustración, hasta llegar a la indiferencia, por que ya no ven útil ninguna forma de expresión.

El Movimiento 15-M irrumpió de una forma aparentemente espontánea, hecho que nunca podremos confirmar, bajo el amparo de las Redes Sociales y al calor de otras expresiones populares en el Norte de África y Oriente Próximo, pero su presencia de parte de causa ha retraído mi valoración.

Ahora que ya se han agotado prestaciones, ahora que los bancos y los inversores tocan a arrebato, ahora que los ricos salen huyendo como lo que son, unos irresponsables insolidarios..., ahora solo quedamos nosotros, los ciudadanos.

Nuestra organización, nuestro orden, nuestra sintonía, será clave para salir adelante porque ni políticos, ni empresarios, ni sindicatos piensan ya en nosotros, sino en su exclusiva supervivencia. Hora es de administrarnos con talento, sin egoísmos, sin prepotencias, sin jerarquías, de igual a igual. ¿Que soy un utópico? Eso escucharon Galileo, Copérnico!!!

Ni Merkeles, ni Sarkozys, ni Zapateros, ni Rajoys, ni Roselles, ni Toxos, ni Botines, solos, estamos solos ante la ancha inmensidad. Nosotros somos más y más fuertes, si les damos la espalda, se verán donde siempre han debido de estar, ¡a la cola!

4 comentarios:

Carmenchu dijo...

Solo quedamos nosotros, efectivamente. Siempre pasa igual. Y nosotros somos los que tendremos que superar esta crisis, como hemos superado todo lo demás. Siendo así, ¿para qué sirven esos políticos, esos empresarios, esos sindicatos? Terminaremos por superar este desastre, estoy segura. Pero siempre con esa sensación de que sobran muchos. ÁNIMO!

Anónimo dijo...

Sobran muchos, si, pero falta también actitud de otros.

Anónimo dijo...

Por cierto, soy Jorge (sobrado de actitud)

Anónimo dijo...

El problema es aun mas grave que lo mncionado. No es que estemos solos. Estamos solos porque la indiferencia egoista de la mayoría apaga la llama que crearon unos pocos, y nuestros intereses y aspiraciones están totalmente encontrados con los de la clase política que ¿nos representa? Por no mencionar a los que siempre quieren arrimar el ascua a su sardina, politizando el movimiento 15-M y restándole con ello veracidad.

Peter.