Decía
Víctor Hugo que “nada detiene una idea
cuando le ha llegado su momento”. Y a
muchas de las decisiones aprobadas les llegó su momento, pero ahora,
por mor del presunto cambio de bandera, todo hace indicar que les
llegará otro momento, sí, pero de diluirse como un azucarillo.
¿Es
conveniente para un país que un gobierno entrante,
de diferente tendencia política que el saliente, cambie
cuanto ha hecho su predecesor en materias muy
concretas del orden social solo por criterios éticos y/o morales?
Desandar el
camino andando, cuando la ruta ha sido equivocada, parece ser
conveniente si el objetivo es avanzar; pero retroceder
solo por obstinación, testarudez o colapso
ideológico, mas bien parece un error
calamitoso.
Cabe
preguntarse si un gobierno de otro corte
político al preexistente, debe “sostenella
y no enmendalla”,
pero tal vez el interrogante no sea este, sino si la decisión
aprobada conviene a la mayoría por encima de la minoría,
independientemente de tendencias, adscripciones o afinidades.
¿Qué
intereses deben primar, los de un país que
con anterioridad ha asumido una medida acorde a los colores del
partido gobernante y está interiorizada en la ciudadanía, o los del
recién llegado que pretende dejar su impronta borrando todo atisbo o
reminiscencia de su predecesor, solo porque choca con sus criterios
religiosos o con los intereses de los lobbys de poder que arropan al
recién aterrizado?
Refrendar
o reprobar una ley, un decreto, dice mucho en uno u otro sentido de
quien llega, pues con la primera medida te
ganas el favor de los que no te votaron y secundan la misma, pero
puedes enfadar a los tuyos; y con la segunda, obtienes la
satisfacción de quienes te sufragaron y rechazaban a priori tal
decisión, pero cabreas a los opuestos.
Y si lo
hecho es correcto? Y si lo avanzado ha sido idóneo? Y si la
población aplaude la medida pese a los intereses opuestos de la
nueva opción? Y si es bueno mantener esa medida porque sus
resultados son de todo punto buenos? ¿hay que cambiar todo a golpe
de decretazo? Una de mis maestras de Sociología me transmitió lo
que aprendió a su vez de otro maestro suyo: “¡A
veces es preferible lo bueno a lo óptimo!”
Ello me
hace cuestionar si realmente los partidos
representan el sentir real de un país, o solo defienden su cuota de
poder sin importarles el quorum
pues la mitad mas uno ya es mayoría en la Cámara Baja, suficiente
para sacar adelante cualquier propuesta.
Naturalmente
este es uno de los preceptos de la Democracia, el gobierno de la
mayoría, pero igual yo les hablo de
filosofía, de valores que están por encima incluso, como la altura
de miras. Alguien pensará si defiendo
vivir contra los intereses de uno si estos contravienen la propia
ideología...¡Pues sí, si así beneficia al máximo de mis
convecinos y no ofrece una imagen retrógrada de mi comunidad!
Ya
aprendimos en “El Gatopardo”
de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, que todo
seguirá igual pese a que todo cambie y
marear la perdiz solo por credos o
inclinaciones religiosas, nos retrotraería muchas décadas atrás
¡Que se lo piense dos veces el que todo El Mundo indica que ocupará
la poltrona tras el 20N antes de tomar decisiones precipitadas!
Juan Manuel
Vidal
- Sociólogo
y Periodista -
5 comentarios:
Por una vez, y sin que sirva de precedente, no puedo estar más de acuerdo contigo. A la pregunta que formulas en el título de tu artículo, solo puedo contestar: no, no y no.
No van a cambiar nada...porque los que mal gobiernan ahoea no han hecho nada. Ojalá el PP haga, solo eso.
Pues opino que no,si hay algo que falla solo se ha de enderezar, pero esto es opinar por opinar ya que el entrante como el saliente... hacen lo que les sale de la peineta.....
en el curso de los acontecimientos humanos, a veces se hace necesario un cambio de rumbo y las naciones deben modificar su trayectoria para seguir escribiendo su historia. Bienvenidos sean los cambios (para bien)El tiempo pondrá a cada cual en su sitio (y nosotros pasaremos tambien a ser historia)
En respuesta al titular, por supuesto que no se debe cambiar por cambiar. Y hay cosas hechas que, aunque mal en su inicio, podrían reconducirse adecuadamente.
Pero me parece más interesante la cuestión de si realmente los partidos representan el sentir real de un país o solo defienden su cuota de poder. Y aqui, amigo mio, hay mucha tela que cortar.
La concepción inicial de la politica como servicio al pueblo está carente de vigencia, más bien al contrario, el pueblo está al servicio del partido politico de turno. Y ya se encargan ellos de modelar y manipular nuestra opinión en su favor usando los mass-media que nosotros mismos financiamos.
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